Hay una sensación que he experimentado tres veces en esta vida: el vértigo que provoca la pequeñez de uno frente a la inmensidad. Me sucedió a los trece años en el Matxu Pitxu en Perú, a los veinte en el desierto del Sahara en Túnez y ahora a los cuarenta en el Gran Cañón y nunca mejor dicho porque ¡que caña! es una pasada.
Creo que es uno más de los innumerables lugares de este nuestro precioso -y tan maltratado- planeta que uno no debería morirse sin haberlo visto.
Todos lo conocemos más o menos "de vista" pero conocerlo in situ es inigualable.
Recomiendo esta web pues da una información completa y-para mi gusto- ordenada.
Nosotros por aquello del ahorro no nos alojamos en el mismo parque sino en un pueblo cerca, en el lado sur del Cañón, llamado Williams. En USA, si no es temporada alta uno puede ir un poco a "salto de mata" pues hay muchísimos moteles con una buena relación calidad/precio.
En este viaje también estuvimos en Death Valley y en Sequoia National Park. Pero ya hablaré de ello mañana pues ahora es tarde y quiere llover (traducción literal de una frase típica catalana: "és tard i vol ploure", que significa que hay que irse).
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